Compartimos la charla que dimos sobre Derecho a la comunicación en los territorios digitales como parte de la Escuela de Comunicación y Tecnologías Libres para la Defensa del Territorio.
Sabemos que la radiodifusión nació libre y con medios sin fines de lucro: más del 30% de las primeras radios de Estados Unidos pertenecían a iglesias, sindicatos, universidades y organizaciones de la sociedad civil. Poco a poco, y con más fuerza luego de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos defendió la idea de que la única manera de garantizar la libertad de expresión era que el Estado no interviniera en el sistema de medios: ni teniendo medios públicos, ni garantizando que las organizaciones sociales accedieran a licencias. A esto se le llamó “Doctrina del libre flujo de la información”. De esta manera, el sistema de medios de comunicación latinoamericano se fue configurando con una fuerte impronta privada.
Frente a este escenario, los sectores populares crearon sus propios medios: radios y televisoras creadas y mantenidas por sindicados, grupos parroquiales, organizaciones campesinas, grupos guerrilleros, etc. Y más tarde, luego de años de precariedad y persecución, empezaron a demandar ser reconocidas legalmente. ¡Muchas lo lograron! Pero por esos mismos años empezaron a tener más peso las plataformas digitales como las redes sociales, desarrolladas por un puñado de empresas. Tan pocas eran que las radios volvieron a navegar dentro de latifundios digitales privados.
Estos latifundios digitales (Amazon, Apple, Google, Meta, Microsoft) acumulan poder y riqueza a través de un modelo de publicidad hipersegmentada, el extractivismo de datos, la explotación laboral, la especulación financiera y la elusión fiscal. ¡Nada nuevo! Este modelo tiene consecuencias muy concretas en nuestra vida cotidiana: no sólo aumenta la concentración de la riqueza. También se ha polarizado el discurso público, se han masificado los discursos de odio, con impactos sobre nuestras democracias. Incluso se han profundizado los impactos ambientales.
Nos preguntamos entonces: ¿podemos reproducir los principios bajo los cuales hacemos comunicación comuntaria con estas tecnologías? Cuesta pensarlo, ¿no? La discusión por las tecnologías que usamos, por lo tanto, no es una discusión exclusivamente tecnológica, tampoco comunicacional, sino del ámbito de los derechos. Por eso entendemos que frente a los latifundios tecnológicos debemos apostar por las huertas comunitarias digitales para mantener, cuidar y decidir colectivamente sobre este bien común.
Las invitamos a ver el video completo de la presentación en el marco de la I Escuela de Comunicación y Tecnologías Libres para la Defensa del Territorio. Pueden descargar la presentación, aquí.