Los Movimientos luchan contra Monopolios como el de Monsanto ayudados por otros Monopolios igual de dañinos como el de Microsoft o Mac. Terminemos con las “M”.
Hemos hablado de la necesidad de que las radios y medios alternativos usen tecnología libres. También de la urgencia de que las universidades enseñen software libre. Y no podíamos dejar por fuera a los movimientos sociales y populares.
Muchos de los avances logrados en América Latina y la llegada de gobiernos más progresistas a la región se han debido, sin duda alguna, a la movilización social. Movimientos campesinos, de economía solidaria, de mujeres o de diversidad sexual han promovido políticas más justas basadas en los derechos humanos.
· Bienes Comunes (Digitales)
La mayoría de reivindicaciones de estos movimientos sociales está basada en la defensa de los Bienes Comunes: el agua y los océanos, los bosques, los espacios públicos o las semillas. Y dentro de esos bienes comunes también se encuentran los digitales. Todos aquellos protocolos, software y tecnologías que hacen posible el funcionamiento del “mundo digital”.
Estos bienes se entrecruzan en algún punto. Por eso, aunque un grupo se centre en la defensa de los bosques y la vida silvestre, comparte la lucha de los grupos campesinos y sus principios. Pero pocos de estos movimientos se identifican también con la defensa de los Bienes Comunes Digitales.
· Soberanía alimentaria = Soberanía tecnológica
Una de las principales luchas de los movimientos sociales es proponer políticas públicas que defiendan y protejan los alimentos. Sabemos que no podemos comparar la importancia del maíz o la papa con Internet y el software. Pero al igual que no podemos dejar en manos de empresas el control de nuestra comida, tampoco el control de las herramientas que nos permiten comunicarnos, informarnos o movilizarnos.
El control económico y social que pretenden imponer los grupos económicos que manejan las políticas globales no se ejerce de forma aislada. Por eso Microsoft es accionista de Monsanto. De ahí la necesidad trabajar por la soberanía de los pueblos de forma integral y articulada desde todos los ámbitos, incluido el de las tecnologías libres.
· Seguridad
La mayoría de líderes sociales siguen usando tecnologías privativas que los deja expuestos a la vigilancia y el control. Muchas de estas lideresas y líderes han pagado con sus vidas la lucha social. El espionaje que destapó Snowden nos obliga a tomar precauciones. La primera es usar tecnologías libres para tener mayores niveles de seguridad y protección en nuestras comunicaciones.
· Piratear no es una forma de resistencia
Algunos grupos siguen apostando a piratear el software como un modo de resistencia y protesta, pero estas prácticas sólo ayudan a consolidar la supremacía del software privativo.
A pesar de que el 59% de América Latina usa software pirata las empresas que venden programas legales siguen ganando millones y millones de dólares al año. El pirateo no les hace ningún hace daño, es más, las beneficia.
Si usamos software privativo, aunque sea pirata, estamos enseñando a nuestras hijas e hijos a usarlo. El día de mañana, si por cualquier motivo tienen que comprar una licencia se software, comprarán una del software que aprendieron a usar. Con las ganancias de ese 41% que sí compra software es suficiente para que esas empresas sean las más ricas del planeta. Usar software pirata nos convierte en cómplices de ese sistema.
David de Ugarte lo explica muy bien en este artículo sobre Lo estatal, lo público, lo privado y lo privativo: “la hipocresía de utilizar copias piratas y consentidas de software, daña al software libre de paso que permite que la gente siga sin cuestionarse el sistema —cada vez más duro— de propiedad intelectual mientras ha convertido la ilegalidad en una parte normal y aceptada de sus vidas.”
Además, no es un asunto de si pagamos o no. Es un compromiso con la libertad, con tener el control de las tecnologías que usamos. Retomemos el ejemplo de las semillas transgénicas: los movimiento promueven que no se usen porque sabemos que son dañinas y que no tenemos el control de ellas y no las sembraríamos aunque nos las dieran gratis o pudiéramos “piratearlas”. Lo mismo tendríamos que hacer con el software.
Hay que usar alternativas libres. Las hay y funcionan igual o mejor que las privativas. Tenemos que romper con el círculo y ayudar a extender el uso del software libre. Cuanta más gente lo use más desarrolladores aparecerán, mejores programas habrá y las empresas de hardware se verán obligadas a fabricar sus productos siendo compatibles para todo tipo de sofware.