Cuando los comentarios «desafortunados» no son más que una manifestación de la violencia estructural.
En los últimos días habrán escuchado o leído sobre el escándalo del Medialab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés). Una investigación periodística reveló que la organización recibía fondos de la empresa de Jeffrey Epstein, un millonario condenado por corrupción de menores en 2011 y encontrado muerto este año en la celda en la que estaba encerrado acusado de liderar una red de explotación sexual, también de menores. Un día después de la publicación del artículo Joichi Ito, director del Medialab, renunció. Ito, que sabía de donde provenía el dinero, lo camufló sistemáticamente como donaciones anónimas ya que Epstein y sus empresas estaban en la lista negra de donantes del MIT.
Pero las conexiones de Epstein con el MIT no terminan ahí. Todo indica que suministraba menores a personal del Instituto, entre ellos al científico Marvin Minsky acusado de agredir sexualmente a una menor de la red de Epstein. En este proceso muchas de las «eminencias» de la comunidad del MIT Medialab salieron en defensa de Ito y a restarle importancia al asunto. Lo que llama la atención es que en sus defensas dejaron de manifiesto la misoginia del mundillo y la naturalidad con la que se denigra e invisibiliza, una vez más, a cualquiera que no sea como ellos. Nicholas Negroponte -creador del MIT Medialab- dijo que volvería a aceptar el dinero de Epstein; Lawrence Lessig -creador de Creative Commons- justificó a Ito diciendo que el dinero de Epstein no provenía de sus actividades ilegales; y Richard Stallman -creador de GNU y referente del software libre- escribió en una lista de correo relativizando el abuso sexual de Minsky a una menor de edad.
Evidentemente estas posturas no pasaron inadvertidas. En el caso de Stallman, ex colega del ya fallecido Minsky en el MIT, menos aún. En unos correos electrónicos filtrados hace unos días, Stallman cuestionaba la culpabilidad de Minsky argumentando que la joven podría haberse presentado ante el científico como “totalmente dispuesta” a tener relaciones sexuales, obviando que los hechos sucedieron en la isla de Epstein conocida por las orgías que celebraba para sus amigos y que la chica en cuestión era menor de edad.
Tras las filtraciones un hilo de Sarah Mei comenzó a alimentar el hashtag #cancelstallman con otras frases y actitudes del fundador de la Free Software Foundation (FSF) que demostraban que lo del correo sobre Minsky no había sido un «dicho desafortunado» sino una expresión más de su manera de pensar. Como denunció Meredith Wittaker, científica de la Universidad de Nueva York, las mujeres y niñas víctimas de Epstein no son más que el daño colateral para que las grandes mentes brillantes de estos hombres blancos puedan innovar por el bien de la humanidad. ¿Tenemos que aguantar cualquier cosa de los referentes de nuestros movimientos? La respuesta es sencilla: NO. Ante la presión Stallman terminó renunciando de la presidencia del la FSF y de sus cargos en el MIT.
Pero esto no acaba con el problema. Paz Peña, escribió un gran artículo en el que reflexiona sobre «(…) el elefante en Silicon Valley que todo el mundo sabe pero que siempre es doloroso y decepcionante aceptar: los cuerpos de mujeres y niñas, la integridad de sus vidas como sujetos y como parte de comunidades, no importan». Basta de gurúes. No defenderemos a nuestros referentes a costa de la violencia, el sometimiento y el odio. Cueste lo que cueste. Un movimiento que defiende la libertad, la horizontalidad y la transparencia no puede hacerlo a costa de las mujeres, las lesbianas, las personas trans o no binarias.
Casos como el de Epstein nos obligan, una vez más, a posicionarnos y criticar políticamente el desarrollo tecnológico y la producción de conocimiento desde los centros de poder. Creemos que desde el feminismo, la ecología, el anitcolonialismo, el antiracismo y el anticapitalismo podremos ir encontrando las respuestas.
Excelente.
Ahora hay que reorganizar el movimiento depurando a los violentos, rápidamente, antes de que se lo coman. Para eso tenemos que dejar de defender lo indefendible y focalizarnos en lo importante.
Te dejo la carta abierta que la gente de dyne publico hoy, y por lo tanto esta sin traducción al castellano aun: https://www.dyne.org/open-letter-to-the-free-software-movement/