Capítulo 2 – Las preguntas

La entrevista es un diálogo con preguntas y respuestas, pero… ¿qué preguntas?

Unidad 2.1. Buenas preguntas para una buena entrevista

Quienes entrevistan hablan en plural. Dicen “se nos ocurre” y no “se me ocurre”. Dicen “hemos constatado” y no “he constatado”. ¿Por qué? ¿Tal vez por petulancia? No, no se trata de eso. Lo que pasa es que quien entrevista representa a la audiencia, al variopinto público, eventualmente segmentado pero siempre masivo.

Quien entrevista, por esta delegación, hará las preguntas que el público querría hacer, pedirá las aclaraciones que el público querría pedir, expresará las preocupaciones que el público quisiera expresar y no puede hacerlo porque no tiene el micrófono en la mano. Igualmente, quien entrevista empleará el lenguaje sencillo de su audiencia promedio y abordará las temáticas interesantes para ese público concreto al que se dirige. Quien entrevista es la boca de quien escucha.

¿Cuál es la especialidad de un entrevistador, de una entrevistadora? La misma de los niños, hacer preguntas. Preguntas para saber y, sobre todo, para hacer saber a sus oyentes. Preguntas que deben obedecer a este decálogo periodístico:

1 – Haz preguntas claras
La entrevista no es tribuna para que demuestres tus conocimientos lingüísticos ni la riqueza de tu vocabulario. (Cuidado: a lo mejor ni siquiera tú entiendes la semántica de tus morfemas y haces un ridículo hiperbólico.)

—¿Qué penurias estiman en este sector periférico?
(= ¿Qué necesidades tienen en el barrio?)

—¿Han conformado alguna articulación para obtener un desenlace satisfactorio?
(= ¿Se han organizado para solucionarlas?)

Habla normal. Habla en sencillo. Aunque estés entrevistando a Habermas o al nieto de Hegel, piensa en el público. Tú te debes a tu púbico. Más bien, la actitud de quien entrevista debe ser la contraria: si quien es entrevistado se embarulla y comienza a emplear palabrejas que el oyente medio no entiende, pídele aclaración (aunque tú sepas el significado).

2 – Haz preguntas cortas
Evita la vergüenza de que te digan aquello de “repita la pregunta, por favor”. (Por cierto, si te dicen esto, no eches la culpa a la ignorancia de quien es entrevistado. La ignorancia es tuya.)

—Sobre las semillas transgénicas, o como se les conoce, los organizamos genéticamente modificados, qué opinión tienen en su comunidad, y no en su comunidad, sino la dirigencia, es decir, qué decisión tomarían si la Monsanto… ¿conocen a la Monsanto, ¿verdad?… esa empresa norteamericana, la de las semillas estériles… pero ustedes, si les propusieran esas semillas, ¿qué harían? Y no las semillas sino los hierbicidas que venden con los transgénicos, ¿qué opinan ustedes de la Monsanto, ah?

A preguntas largas y confusas, respuestas más confusas aún.

3 – Haz preguntas concretas
Evita generalidades que desalientan al mejor atleta de la elocuencia. (Y de paso, si a ti te hicieran esa misma pregunta, ¿la sabrías responder?)

—¿Cómo ve el progreso de la humanidad desde el Big Bang hasta nuestros días?

4- Haz una sola pregunta cada vez
Las preguntas no deben mezclarse, pueden resultar explosivas o, por el contrario, anularse unas a otras. No juntes dos preguntas ni menos tres en una misma intervención. La persona entrevistada se confundirá o responderá solamente a una de ellas, la más fácil.

—Para comenzar, dígame su nombre, su trabajo actual y qué le parece el alza de los precios de la gasolina?
—Mi novia se llama Fifí…

5- Haz preguntas abiertas
Las preguntas cerradas son aquellas que sólo se pueden responder con un sí o con un no. Con estas preguntas apenas habla quien entrevista y quien es entrevistado se limita a afirmar o negar.

—Tiene agua en el barrio?
—No.
—¿Y ya han solicitado el agua?
—Sí.
—¿Y no les han respondido aún?
—No.
—Pero, ¿ustedes necesitan el agua?
—Sí.
—¿Algo más que añadir en la entrevista?
—No.

Preguntas abiertas son aquellas que comienzan por ¿cómo?, ¿qué le parece?, ¿por qué?, ¿qué opina sobre…? Estas preguntas permiten hablar a quien es entrevistado. Las cerradas pueden servir en un determinado momento para precisar una opinión o aclarar un dato. Pero, en general, debemos trabajar con preguntas abiertas.

6 – Combina preguntas de aclaración, de análisis y de acción
Las de aclaración sirven para conocer más datos sobre el asunto que se está tratando. O para esclarecer una respuesta difícil de quien es entrevistado. Por ejemplo, ¿cuántos niños y cuántas niñas se han vacunado en esta jornada de salud? ¿Cuáles son las enfermedades más frecuentes por aquí?

Las preguntas de análisis sirven para comprender mejor la situación, para descubrir las causas de la misma. ¿Por qué los padres y madres no traen a sus niños y niñas al dispensario? ¿Qué le parece la atención que brindan practicantes y enfermeras? También se utilizan estas preguntas para profundizar algunas respuestas simples.

Las preguntas de acción se emplean para arribar a algunas conclusiones, para que quienes son entrevistados expresen la manera que consideran mejor para enfrentar los problemas analizados. ¿Cómo mejorar la salud infantil en esta localidad? ¿Qué se proponen hacer ustedes para asegurar una buena atención médica?

Acuérdate que son tres “A” (Aclaración-Análisis-Acción) y que en ese mismo orden deben ir avanzando las preguntas.

7 – Evita preguntas indiscretas
La oportunidad o no de una pregunta depende de muchos factores: culturales, coyunturales, de quien entrevista, de quien es entrevistado…

—¿Cuáles son sus complejos, tal vez el de feo?
—¿Cuánto dinero gana usted exactamente?
—¿Cómo hace el amor con su pareja?

Entrevistador y entrometido son cosas muy diferentes. Hay que respetar la privacidad de la gente, hay que recordar aquel consejo evangélico de no hacer al prójimo la pregunta que no quieres que te hagan a ti.

8 – Evita preguntas capciosas o manipuladoras
Manipular es hacer decir a la otra persona lo que yo pienso. Es incluir la respuesta en la pregunta. Es formular la pregunta de tal manera que al otro no le queda más remedio que darme la razón.

—Todas las personas decentes afirman que hay que votar por los verdes. ¿Usted qué dice? 1

Tus opiniones, a un bolsillo. Tus persuasiones, al otro. Y esto, no por una falsa neutralidad, sino por respeto al formato que tú elegiste. Después, en el editorial, o en el comentario, o en una revista, dirás y valorarás lo que quieras, incluso discreparás de las opiniones vertidas por quien es entrevistado. Eso después, en otro momento. Durante la entrevista, quien es entrevistado no tiene contrincantes.

9 – Varía la formulación de tus preguntas
No las comiences siempre igual:

—¿Qué opina sobre…?
—¿Qué opina ante…?
—¿Qué opina de…?

Una afirmación que cuestiona lo dicho anteriormente por quien es entrevistado puede ser una excelente pregunta:

—Pero usted ya firmó los papeles para privatizar la empresa eléctrica.

O una pregunta indirecta, apoyada en un dato real o presumible:

—Dicen que los obreros están preparando una huelga. En ese caso, ¿usted qué haría?

10 – No hagas preguntas que hayan sido respondidas
Escucha a quien entrevistas. Atiende a sus respuestas. Lo importante ahora no es el cuestionario que preparaste sino lo que está hablando la persona a quien entrevistas.

—Y dígame, ¿qué clase de música tocan ustedes?
—Bueno, nosotros tocamos de todo, pero lo nuestro es el reggae.
—Estupendo. ¿Y para cuándo tendremos otro CD de Los Tremebundos?
—Ya estamos grabando. Pál verano viene uno muy pegajoso.
—¿Y de qué se trata, qué tipo de música?
—Como le decía, lo nuestro es el reggae.
—Un nuevo disco de este conjunto boricua, sí señor. ¿Y qué ritmos van a incluir en ese estreno?
—Cará… Como le decía, lo nuestro es el reggae.

La gran destreza de quien entrevista radica en encontrar en cada nueva respuesta la materia prima para formular su siguiente pregunta.

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En fin, hay muchas maneras de formular las preguntas. Todas valen, si cumplen los diez mandamientos anteriores.

Práctica 4: ¿Cómo son tus preguntas?

Revisa una entrevista que hayas hecho y la tengas grabada. Repasa los diez tipos de preguntas mencionadas en esta unidad y reconoce cuál es tu fallo más frecuente.

Autocalifícate en cada uno de los diez mandamientos para hacer buenas preguntas en tus entrevistas:

MUY BIEN
BIEN
REGULAR
MAL
PÉSIMO

¿Por qué cometes ese fallo? Coméntanos.

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Unidad 2.2. El abogado del diablo

Muchas entrevistas que realizamos en el noticiero o en la radiorevista resultan planas, aburridas, cansinas. ¿Por qué?

Una de las causas más frecuentes es la actitud condescendiente que adoptan quienes entrevistan con quienes son entrevistados. Les siguen la corriente, les hacen preguntas obvias, no se atreven a confrontar sus opiniones. Incluso, hasta se ponen de acuerdo con ellos previamente y les adelantan el cuestionario.

Esta actitud vuelve “didáctica” la entrevista, mata la espontaneidad y la necesaria sorpresa del diálogo.

Una técnica periodística muy empleada para dar dinamismo a las entrevistas es la conocida como “el abogado del diablo”. Consiste en formular las preguntas desde la acera opuesta, desde la posición contraria a la de la persona o personas entrevistadas.

Supongamos que tenemos a un político de derecha. Le haremos las preguntas que querrían hacerle los oyentes de izquierda. Si es de izquierda será al revés. Haremos preguntas desde una perspectiva de derecha.

Si entrevisto a un economista sobre la canasta familiar, preguntaré desde la opinión de un ama de casa. Y si entrevisto al ama de casa, cuestionaré su presunta mala administración del hogar. A la feminista le haré preguntas machistas. Y al machista, preguntas con perspectiva de género. Al creyente lo interrogaré como ateo. Y al ateo, como creyente.

Este “cambio de roles” no supone falta de coherencia por parte de quien entrevista. Porque quien entrevista está representando a un público plural donde existen las más variadas posiciones y opiniones.

Tampoco se contradice con lo dicho antes: aquí no estamos dando nuestra opinión sino provocando la de la persona entrevistada. El abogado del diablo es simplemente una técnica para animar las entrevistas y mostrar nuestra imparcialidad como entrevistadores.

Cuestionar a la persona entrevistada tampoco supone faltarle al respeto. Al contrario, haciendo preguntas agudas, punzantes, ésta tendrá la oportunidad (si sabe aprovecharla) de responder con más filo, de expresarse con brillantez.

Escucha a quienes dominan el arte de la entrevista. Conocen este truco y lo emplean con mucha frecuencia.

Haz la prueba. Haz el esfuerzo. Y, en este caso, que el diablo te lo pague.

Práctica 5:

¿Qué pregunta harías si la persona entrevistada te da las siguientes respuestas?

—Ningún aborto puede ser permitido. Ninguno. Todo aborto es un asesinato.

—Los ecologistas exageran. No es cierto que la minería a cielo abierto sea tan peligrosa, tan contaminante.

—¿Que hay escasez en Cuba? Por supuesto, mi hermano. Estados Unidos nos mantiene bloqueados desde hace más de 50 años.

Unidad. 2.3. Muletillas de quienes entrevistan

Atiende a este entrevistador a ver si te resulta conocido:

—¿Y qué opina sobre el calentamiento global?
—Bueno, es una realidad ya comprobada y los responsables somos nosotros, los seres humanos.
—Así es. ¿Y usted cree que será reversible esta crítica situación?
—Depende de la voluntad política de los gobiernos.
—Muy bien. ¿Y usted cree que existe esa voluntad?
—Yo creo que la ciudadanía es la que tiene que forzar esa voluntad.
—Claro que sí. Pero también quiero preguntarle si…

La persona que entrevista no tiene que decir ni muy bien ni muy mal, ni claro que sí ni claro que no. No tiene que calificar las respuestas de quien es entrevistado. Son muletillas que filtran la opinión del periodista. Sobran, molestan, ensucian la entrevista.

Ahora bien, entre todas las muletillas, la más fastidiosa es “así es”. Escucha a quienes conducen una radiorevista. Uno confirma a la otra con el “así es”, la otra confirma al uno con el mismo “así es”. Escucha los programas de radio o de televisión. Con demasiada frecuencia los animadores pisan este palito y lo único que se les ocurre decir después de cada intervención de su pareja es “así es”. Escucha las entrevistas de tantos colegas. Atrás de cada respuesta le clavan el “así es”.

Pero así no es. Resulta una muletilla inútil y boba eso de andar confirmando a cada momento lo que ha dicho el compañero o la compañera de programa o la persona que es entrevistada.

Práctica 6: ¿Cuáles son tus muletillas?

Borra tus muletillas. Pregúntale a alguien de tu confianza cuál es la palabrita que repites de manera inconsciente (bueno… este… ¿no?… entonces… o sea… pues, pues… ¿viste?… ¿verdad?…). Averigua también si eres del sindicato de los “asíesistas”. La fórmula más fácil para evitar esas repeticiones es escribir en una papel con letras grandes tu muletilla preferida.

Te pones el papel delante, en cabina, y le pides al compañero o compañera de programa que te dé un buen pellizco cuando digas esa tontera. Haz la prueba y me cuentas.

1 No hablamos aquí de esos polemistas —catalogados como entrevistadores con personalidad— que conducen un espectáculo televisivo o radial y traen a sus invitados para que contrasten las opiniones de ellos con las suyas. Más que una entrevista, este formato sería un mano a mano, una mesa de debate sin moderador.

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Capítulo 2 – Las preguntas

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3 comentarios sobre «Capítulo 2 – Las preguntas»

  1. Otro tema importante de tomar en ceunta es la estensión de las entrevistas a fin de no cansar a la audiencia, pero a la vez, llegar con el mensaje o información que se desea.

  2. Es bueno destacar como como se indica en los tenas anteriores: En la entrevista en realidad intervienen el entrevistador, el entrevistado y un tercero que es el oyente para quien entrevistamos.
    Muy buenos temas.

  3. La mayoria de los fallos son por falta de experiencia, y se debe talvez a que aun estoy en el camino del aprendizaje. No habia recibido comentarios de este tipo. Me he centrado en manejar el equipo, evitar ruidos, mejorar la calidad, y he descuidado un poco esta parte de las entrevistas.
    Las muletillas creo que se naturalizan ennuestro modo de hablar. por loq ue tengo una grtan tarea.

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