Presentamos el último desafío para las radios comunitarias en un escenario pospandemia.
El lucro nunca fue el motor de los proyectos de comunicación comunitaria. Pero, una cosa es ganar dinero y, otra muy distinta, es generar los recursos suficientes que permitan el desarrollo del proyecto en condiciones dignas. La entrega absoluta “por la causa” tiene sus límites. El dinero no debe guiar las decisiones comunicacionales. Tampoco debe ser un tabú.
La sostenibilidad de las radios comunitarias no puede ser pensada exclusivamente desde la perspectiva económica sino de una manera integral, desde sus dimensiones político-social, comunicacional y económico-administrativa. Cada dimensión habilita o permite que existan las otras. Una radio comunitaria con dinero pero sin proyecto político, es igual de endeble que una radio con amplia base social pero sin recursos.
La sostenibilidad político-social permitirá llevar adelante el objetivo de la radio, ese que originalmente empujó a la comunidad a tener su propio medio de comunicación. Esta dimensión habla del posicionamiento político, el lugar que la radio ocupa respecto al resto de actores sociales, de cómo se organiza hacia adentro y cómo son sus procesos de toma de decisión, etc. En definitiva, aquí se define “quiénes somos” y “para qué existimos”.
La sostenibilidad comunicacional facilitará desarrollar un proyecto sonoro coherente. Se incorporan, a los desafíos políticos, los elementos estéticos sonoros y de tratamiento de la información de la radio. En esta dimensión se deben tener en cuenta cómo se trasladan los objetivos políticos a la programación, qué voces se amplifican, qué lenguaje se usa, “cómo suena la radio”.
Y, por último, la sostenibilidad económico-administrativa, permitirá administrar los recursos necesarios para llevar adelante la emisora. El dinero –en forma generación de recursos propios o subsidios, por ejemplo–, pero también las personas y equipos, el espacio, las alianzas, las figuras legales y los trámites.
Como todos los planes de sostenibilidad, hay cuestiones que dependen de la propia radio, pero hay muchas otras que responden al contexto. Con las herramientas y plataformas digitales el periodismo tradicional tuvo que compartir la torta publicitaria con cada vez más actores. El modelo de negocio basado en publicidad exclusivamente llegó a su límite y hubo que pensar en nuevas maneras de generar ingresos: suscripciones, productores aliados, alianzas con empresas por contenido promocional, concursos, talleres de formación, tiendas, revistas especiales, etc.
El escenario pospandemia va a profundizar esta crisis económica. Sin duda se puede aprender de algunas de las estrategias que están adoptando los medios tradicionales, pero mejores ideas se pueden sacar de cientos de radios que han puesto su creatividad al servicio de la generación de recursos. La clave está en que las fuentes de ingresos sean múltiples y diversas. Múltiples, para no depender de una sola fuente que las deje en la cuerda floja en caso de caer. Diversas, para contar con una variedad de estrategias que, combinadas, fortalezcan la capacidad de generar recursos.
Así, a la publicidad privada se pueden sumar auspicios, patrocinios, publicidad oficial, fondos de fomento, concursos, fondos de cooperación internacional, subsidios, venta de espacios, campañas de recaudación, ferias, crowdfunding, clubes de oyentes, venta de productos y merchandising, venta de servicios, talleres de formación, servicios culturales y de comunicación, alquilar el espacio, organizar eventos, dar clases en instituciones de educación formal, tener un bar en la radio, exposiciones, rifas, producción editorial, suscripciones, campeonatos deportivos, etc.