Respecto a las fake-news, la postverdad, Facebook y las tecnologías… ¿no estaremos haciendo la pregunta equivocada?
Las fake-news están de moda. Todo el mundo habla de ellas y quienes se dedican a la política las utilizan continuamente. ¡Ni que las mentiras fueran una novedad! Aunque sí es cierto que, con las redes sociales e Internet, es más fácil propagarlas y que la gente se las crea.
Sin duda alguna, es un tema serio y preocupante. Por eso, hay cientos de artículos e investigaciones que estudian el impacto de los “hechos alternativos” en los medios de comunicación. Y también, cómo estas noticias falsas han podido influir en la elección de Trump o en el reciente triunfo de Bolsonaro en Brasil.
En la mayoría de charlas y estudios el dedo acusador se dirige contra Facebook. Gracias a los datos que recolecta y que vende a empresas como Cambridge Analytica, parece que se han podio conocer las preferencias de los votantes e influir en sus decisiones. Por eso, hay quienes se preguntan “¿cómo podremos evitar que Facebook o Whastapp se sigan usando para manipular nuestras conciencias?”.
La respuesta parecería evidente pero no, dejar de usar este tipo de herramientas no se propone como la solución, aunque sea la más lógica. La tendencia es exigir a Facebook más apertura, más transparencia, incluso que deje participar a algunos gobiernos en sus equipos de censura.
Desgraciadamente, todas estas medidas no van a solucionar nada. La mayoría de herramientas de comunicación que utilizamos son cerradas, centralizadas y privadas. Da lo mismo que hablemos de Facebook y Whastapp o de Gmail y Telegram.
- Son cerradas porque su código no es libre ni abierto y por eso no podemos saber cómo funcionan internamente y qué hacen en realidad con nuestra información.
- Son centralizadas porque toda la información pasa por los servidores de estas compañías que suelen guardar y procesar todos los datos (y metadatos) que compartimos.
- Y son privadas porque pertenecen a las mayores compañías del mundo que están lucrando (¡mucho, mucho!) con la venta de los datos que nos “cobran” por usarlas. Y lo seguirán haciendo, porque para eso se fundaron.
Por esto, por mucho que lo intentemos, nunca encontraremos la respuesta acertada ya que estamos haciéndonos la pregunta equivocada. Una pregunta más conveniente sería ¿qué tipo de tecnologías deberíamos diseñar y usar para construir una sociedad abierta, descentralizada y pública?
Ahora, quizás, la pregunta es más sencilla de responder, ¿no crees?