¿Por qué debería importarnos la disputa de Google y Huawei?

Algunos puntos para entender qué está en juego en este conflicto.

Todas nos despertamos esta semana con la noticia de que Google restringiría a Huwaei el acceso a licencia oficial de Android y no le permitiría utilizar sus aplicaciones móviles y servicios en sus nuevos dispositivos. Y si bien no se sabe con exactitud qué pasará con los dispositivos viejos, la falta se actualizaciones podría dejar sin parchear vulnerabilidades que se encuentren en un futuro.

Por más que parezca una noticia abrupta este conflicto viene desarrollándose hace años y tiene varias causas. Por un lado, Estados Unidos viene denunciando desde 2012 que ve en los dispositivos Huawei y ZTE una amenaza para «los intereses de seguridad nacional»  dada su «dependencia para su infraestructura crítica, la variedad de amenazas a las que se enfrentan estos sistemas, el aumento del espionaje cibernético y la creciente dependencia que todos los consumidores tienen de un pequeño grupo de proveedores de equipos«. Pero también, y sobre todo, tiene que ver con el desarrollo de la tecnología 5G (quinta generación de telefonía celular) en la que China lleva la delantera en desarrollo y comercialización, dejando a Estados Unidos rezagado en este terreno.

Este año el conflicto adquirió otra envergadura con la guerra comercial que la administración de Donald Trump viene impulsando contra China con la que las empresas estadounidenses se enfrentan a una serie de sanciones en caso de mantener relaciones comerciales con empresas chinas. Primero fue la prohibición a Huawei para operar en Estados Unidos y la detención en Canadá de su vicepresidenta por solicitud de Estados Unidos; luego los desarrolladores de chips como Intel, Qualcom o Broadcom informaron que no abastecerían a Huawei de chips y software crítico; y, esta semana, la noticia de Google.

Huawei ya ha respondido diciendo que esta medida no afectará a las personas usuarias de sus productos. Y que ya están desarrollando su propio sistema operativo pero no han informado qué harán con la restricción a los servicios de Google. Cómo evolucionará este conflicto aun no lo sabemos. Sin embargo, el enfrentamiento deja en evidencia algunas cuestiones del mercado de las tecnologías digitales que nos resultan críticas. Si bien conocemos que la Guerra Fría se trasladó a distintos ámbitos, como el de la carrera espacial, la lucha por el dominio tecnológico no acabó allí. El hecho de que China esté a la vanguardia en el desarrollo de la tecnología 5G y las fuertes reacciones de Estados Unidos nos muestran la relevancia que tiene la capacidad de controlar el desarrollo de este nuevo paradigma tecnológico que revolucionará la conectividad.

Esta decisión de Google expone también la vulnerabilidad en la que nos encontramos las y los usuarios frente a los oligopolios tecnológicos. Cuando nuestras herramientas de comunicación están desarrolladas por unas pocas empresas -y el mercado de los sistemas operativos para teléfonos celulares está repartido prácticamente entre Apple y Alphabet/Google- el margen de acción que tenemos es mínimo. La capacidad que tenemos se reduce a comprar y utilizar tal o cual dispositivo con un sistema operativo u otro. Pero no tenemos capacidad de tomar decisiones más profundas sobre nuestras máquinas: ni cómo están hechas, ni si respetan el medio ambiente y los derechos laborales de quienes los fabrican, qué software se desarrolla, qué libertad tenemos dentro de ese software para elegir qué usar,  qué instalar, qué modificar. En un contexto de software libre el escenario sería otro.

El paradigma de desarrollo tecnológico nos afecta de manera muy tangible. Si es privativo y concentrado nuestro margen de acción queda reducida a una simple opción de compra. SI optamos por el uso del software libre podemos lograr que estas guerras comerciales nos afecten menos porque estaríamos apostando por el conocimiento de comunidades amplias de trabajo. Podemos de a poco comenzar a reducir nuestra dependencia a los productos y servicios de Google diversificando nuestras herramientas. Y aunque es una cuestión política que excede ampliamente lo instrumental, en lo meramente práctico podemos comenzar a utilizar F-Droid, en reemplazo de Google Play o AppStore; podemos utilizar OSM, en reemplazo de Google Maps o iOs Maps; o usar Nextcloud, en reemplazo de Drive o iCloud. De esa manera, con guerra comercial o sin ella, podremos decidir sobre las tecnologías que usamos.

Para leer más sobre el conflicto:

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