¿Puede servir el arte sonoro para comunicar noticias?
Si hay algo a lo que los radioescuchas se han acostumbrado es a que las programaciones de las radios se reduzcan a gente hablando entre canciones y tandas publicitarias. Tanto en el género periodístico como en el de entretenimiento, la palabra es la norma. Y es verdad, la voz es un elemento potente a la hora de comunicar. Pero no hay que olvidar que los efectos de sonido, los ruidos, el sonido ambiente y hasta el silencio también forman parte del lenguaje radiofónico. Un ruido estridente, un sonido desgarrador o un silencio en el momento justo pueden ser más eficaces para transmitir una sensación que una palabra.
El sonido tiene una potencialidad expresiva y narrativa que se transforma en una posibilidad de creación y comunicación. Aprovecharla permite ensanchar el margen de acción e incidencia de las radios. En una era pospandemia, en la que se necesita calmar angustias, construir compañía, e inventar un mundo nuevo esta posibilidad resulta más que atractiva. Es hora de reivindicar a la radio como el medio de la imaginación. Al igual que con los libros, no hay manera de que aquello que se narra no termine de construirse con elementos aportados por cada una de las personas que escuchan. La radio sabe de inventar mundos. Con pocos elementos se puede trasladar a las audiencias a una patera que atraviesa el Mediterráneo o a una fábrica de acero que está por cerrar. El periodismo de inmersión permite viajar al lugar de los hechos a través de la ambientación o el registro de todos los sonidos que componen el ambiente.
Probablemente, existirá una brecha entre lo que un radialista produce y cómo eso es entendido por la audiencia. Pero en la medida en que se utilicen los sonidos deliberadamente –esto es, pensando cuáles, cuándo, cómo y por qué se están utilizando–, habrá una posibilidad de generar contenidos creativos que apelen a la imaginación. En tanto se comprenda y aproveche esta posibilidad, se logrará hacer una radio más innovadora, más conmovedora, más original que aquella en la que los sonidos solo funcionan como un colchón para la locución.
Los documentales sonoros y los paisajes sonoros (soundscapes) son formatos híbridos y flexibles en los que, como explica Francisco Godinez Galay, “a diferencia de otras formas de la radio periodística, se valora especialmente el rol narrativo del sonido y la estética del contenido”. El Foro de Documental Sonoro en Español (SONODOC) puede ser un espacio rico para explorar estos formatos a través de la colaboración.
La experimentación sonora y el radio arte también son géneros interesantes para comunicar desde otros lugares que trasciendan a la palabra hablada. No se trata de hacer piezas conceptuales de 15 horas de ruido, necesariamente. Se puede combinar efectos para para ambientar entrevistas o informes, incluso que la radio grabe sus propios efectos y arme poco a poco un repositorio propio.