Un nuevo desafío pospandemia para que las radios comunitarias mantengan su lugar de relevancia en el escenario informativo contemporáneo.
Una de las grandes funciones del periodismo es controlar al poder. En inglés se denomina “watchdog”, ese perro guardián que alerta y denuncia los abusos a través de la investigación. Las radios comunitarias han asumido este rol de intermediación y fiscalización, logrando impulsar reivindicaciones de sus comunidades y de los movimientos sociales que acompañan.
La ingente cantidad de datos que se producen gracias a la digitalización de las comunicaciones pueden jugar a favor de los medios comunitarios en esta tarea. El acceso a la información pública es un derecho que cada vez más Estados garantizan a través de portales de transparencia, la publicación de datos abiertos y pedidos de acceso. El periodismo de datos se ha valido de esta información para llevar adelante investigaciones de interés público.
En los contextos donde no existen estas facilidades es necesario recurrir a otras fuentes de datos que, por lo general, están dispersas. Con técnicas de hacking ético se llega a ellas y se obtiene información relevante. Estas técnicas pueden ir desde buscar una respuesta en foros especializados hasta hacer webscrapping –extraer y descargar datos de una web de forma automática– o visualizar datos complejos de la API de Twitter. De esa manera, los medios podrían detectar fraudes electorales o analizar cómo se difunde el discurso de odio en a través de determinadas cuentas de redes sociales, por ejemplo.
La importancia de los datos abiertos quedó demostrada durante la pandemia y fue clave para informar con veracidad y desmentir bulos. También el acceso a información científica y la colaboración fueron cruciales en la búsqueda de la vacuna de la Covid-19. Editoriales como Jstor -una empresa pionera en la privatización del conocimiento– ampliaron su repositorio de artículos y revistas científicas de acceso libre. La crisis sanitaria evidenció que la privatización del conocimiento es un obstáculo para el desarrollo científico.
La defensa de los bienes comunes, entre los que se encuentran la información pública, los bienes digitales y el conocimiento, es un desafío ético en el que las radios comunitarias pueden jugar un rol preponderante. La apuesta por el conocimiento abierto, por el dominio público, el copyleft y las licencias libres, genera entornos favorables para la innovación.
Otros desafíos:
- Promover el derecho a la comunicación en el mundo digital
- Apostar por infraestructuras autónomas de telecomunicaciones
- Fortalecer el periodismo de calidad ante el desorden informativo