Capítulo 7: Un lenguaje bonito

No basta la palabra sencilla si no brilla.

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Ya tenemos limpio el terreno, ya arrancamos el palabrerío inútil e incomprensible, el galimatías de los párrafos largos y confusos. ¿Y ahora qué, no hemos terminado ya el trabajo? Aún estamos a medio camino, porque no basta la palabra sencilla si no brilla.

Vamos a explorar los muy variados recursos que tenemos al alcance de la lengua para
aprender a hablar con más gracia, con chispa. La tarea será divertida y el éxito está asegurado ya que estos consejos han sido experimentados desde hace muchísimo tiempo por oradores y predicadores, por contadores de cuentos, ciegos romanceros y vendedores de aceite de culebra en las ferias de los pueblos. Todos los prestidigitadores de la palabra conocen de sobra estos recursos y los aplican sin darse cuenta, por la mera costumbre de hablar bonito.

Unidad 7.1: PALABRAS CONCRETAS

Comencemos por el comienzo: la materialidad de las palabras. Ya dijimos que las mejores palabras para radio son aquellas que se pueden ver, oler, tocar y saborear, que entran por los sentidos y van derecho a la imaginación. Por ejemplo, si digo: A esta comunidad le faltan los servicios básicos, la frase es correcta y bastante clara. Pero no veo nada con ella.

Ahora bien, si en lugar de ese concepto frío de “servicios básicos” digo: A esta comunidad le falta agua, luz y caminos, ya la mente tiene donde reposar. Porque la luz se mira, el agua se bebe, los caminos se recorren. Son palabras concretas, es decir, pueden crecer, están vivas, se proyectan y se mueven en nuestra pantalla interior.

Yo puedo decir: En el curso hay muchos latinoamericanos y latinoamericanas. Perfecto, todo el mundo entenderá. Pero ensayemos otra manera de expresar lo mismo: En el curso hay peruanas y panameños, colombianos y chilenas, del Brasil brasilero y del México lindo… ¡de toda América Latina!

Los tacaños del reloj ya estarán protestando, porque si hablamos así perdemos mucho tiempo. ¿Y quién dijo que la meta radiofónica es ahorrar tiempo? ¿Tiempo para qué? Más vale una ciruela dulce y no un canasto insípido. Lo que hay que ganar no es el tiempo, sino la imaginación del oyente.

Veamos otro ejemplo: Esa niña hace de todo en la casa. Es una frase corta y clara. Pero no sugiere mucho, carece de color. Pongamos verbos concretos: Esa niña lava, plancha, cocina, atiende a los hermanitos… Ahora estamos viendo el trajín de la muchacha. Pongamos sustantivos a esos verbos: Esa niña lava los platos, plancha las camisas, cocina los frijoles… Y adjetivos a los sustantivos: Esa niña lava una torre de platos grasientos, plancha las camisas blancas para el señorito… Mientras más elementos materiales proporcionamos, mejor puede el oyente representarse la situación.

El primer consejo, pues, consiste en pintar con las palabras. Es lo que en literatura se conoce como describir. Y lo que en nuestro medio llamamos imágenes auditivas.

Práctica 17: PINTA CON PALABRAS

Tomemos textos propios o ajenos. Subrayamos las palabras abstractas, inmateriales. Y las sustituimos por palabras que tengan color, olor, sabor, peso y medida.

Unidad 7.2: EXPRESIONES REGIONALES

No vivimos en Júpiter ni en los anillos de Saturno. Ni siquiera en nuestro planeta, que es demasiado grande para conocerlo todo en una sola vida. Estamos aquí, en este país particular, en esta región con su música, su forma propia de saludar y despedirse, con su original manera de hablar y su tono. Tales expresiones, los giros típicos, las palabras inventadas por la gente, todo ese diccionario paralelo y popular que emplea a diario nuestra audiencia puede y debe, según se acomode al formato, reflejarse en nuestra programación.

¿Cómo se dice niño en castellano? Si trabajas en una radio argentina, di gurí. Y si locutas en una radio salvadoreña, habla de cipote. En México, son los chavos. En Venezuela, los pelaos. Vamos al Perú. En el norte los conocen como churres, en el sur como wawas y en la selva les llaman llullos.

Al hablar por radio, tal vez para demostrar un lenguaje universal, ¿sería más conveniente decir niño o niña? ¿Por qué, quién dijo esa niñería? ¿La Real Academia lo manda? ¿Los prejuicios de aquellos que nacieron en nuestros países pero su corazón —o su cuenta bancaria— lo tienen en Londres o Suiza? Mientras más nos apropiemos del habla real de la gente, más podrá la gente apropiarse de la radio, sentirla suya. Y de eso se trata.

Los regionalismos se dan también en la sintaxis. La población quechua, al expresarse en español, coloca el sustantivo antes del verbo y la conjunción adversativa al final: Papas fui a comprar, pero. Los loretanos hacen malabarismos con los predicados: De la puerta su llave y de la cama su colchón. Las quiteñas piden los favores con gerundios: dame pasando el azúcar. En Centroamérica, igual que en Argentina, conjugan el arcaico vos. Y en Cuba no se pregunta ¿qué quieres tú?, sino al revés, ¿qué tú quieres?

La lista de incorrecciones no tendría fin. Ahora bien, ¿son realmente incorrecciones? Como radialistas, nos abstenemos en la votación. Porque un locutor no es un profesor de gramática ni una maestra de escuela, sino un amigo que habla con sus paisanos y como sus paisanos. La radiodifusión no traiciona su cometido educativo ni malogra el idioma incorporando estas expresiones y construcciones regionales, todo lo contrario. En la variedad está el gusto y en la diferencia el derecho.

Práctica 18: ¿CÓMO SE DICE…?

Haz una lista de expresiones populares de tu región o país para decir hombre, mujer, casa, comida, trabajo, familia, niño y niña, perro… ¿Se podrían utilizar en la radio?

¿Cuáles serían las expresiones más típicas, las que permiten identificar a una persona de tu región o país? Por ejemplo, si escuchamos “pura vida” sabemos que se trata de alguien de Costa Rica. Si dice “che” sabemos que viene de Buenos Aires y si dice “vergatario” viene de Maracaibo.

Unidad 7.3: IMÁGENES

Lo que, generalmente, llamamos lenguaje poético consiste en traducir conceptos abstractos en imágenes. En muchos de nuestros himnos nacionales se habla de romper las cadenas o sacudir el yugo como una figura de no tolerar más la esclavitud. En centenares de canciones se sustituye el concepto amor por la imagen visual del corazón. Le adjudicamos colores a los sentimientos (la esperanza es verde, la envidia amarilla) y Serrat confiesa que el nombre de su amada le sabe a hierba. ¿De dónde nace toda este trueque simbólico de la realidad? De la necesidad de imaginarnos las cosas, de poder ver lo que oímos.

Poesía y picardía. Nuestro lenguaje cotidiano también está repleto de imágenes que hacen más amena la conversación. Burlarse de alguien es tomarle el pelo. Equivocarse es meter la pata. Y morirse, estirarla. Aguantar una calamidad es hacer de tripas corazón. No darse cuenta de las cosas es no ver más allá de las narices. Tener experiencia es peinar canas. Y pegar los cuernos no necesita explicación.

Nada tiene esto de chabacano. Por supuesto, el sentido común, el olfato de la oportunidad, nos indicará dónde cabe o sobra una imagen popular. En un discurso fúnebre no despediremos al difunto diciendo que ya estiró la pata. Sin embargo, la solemnidad del momento no impedirá que empleemos otra expresión igualmente imaginativa: subió a los cielos.

Unidad 7.4: COMPARACIONES Y METÁFORAS

Así funciona nuestra cabeza y así valoramos lo que nos rodea: comparando. Comparamos nuestro televisor con el del vecino. (Y si sale ganando el nuestro, entonces es bueno). Comparamos salarios, cónyuges, autos y sazones. (Nada ni nadie es bueno o malo en sí mismo, sino en relación con otro mejor o peor). Relacionamos lo humano con lo que no lo es y las situaciones anímicas con objetos bien tangibles. Este mecanismo de razonar en base a permanentes comparaciones se descubre también en el habla cotidiana. En literatura se llaman símiles: fuerte como un toro, terca como una mula.

Con un poco de chispa, podemos establecer comparaciones más vistosas: está más preocupado que cucaracha en gallinero, la reunión se ha enredado como pelea de pulpos, está más perdido que Adán en el Día de las Madres, blanco-blanco como teta de monja…

A veces, para hacer más enérgica la comparación, se le quita el puente (como… más que) y se pasa directamente al segundo significado. Ya no decimos que Perico es valiente como un león, sino que Perico es un león. Son las llamadas metáforas.

Estos recursos literarios se pueden trabajar con todos los sentimientos, desde el más romántico y sublime (tu escote es mi vía láctea), hasta el irónico (¿te crees el ombligo de Tarzán, verdad?) o el insulto (bruto como una cebolla que crece cabeza abajo).

En el mismo ámbito de símiles y metáforas, aparecen las parábolas. Jesús de Nazaret, especialista en el género, comparaba el Reino de Dios con un espléndido banquete de bodas o una diminuta semilla de mostaza. En un editorial, podemos hacer una analogía entre el Parlamento y un partido de fútbol con árbitros vendidos. La deuda externa y eterna de nuestros países se comprenderá mejor si la explicamos a partir del usurero de la esquina. De esta manera, las situaciones más lejanas o difíciles se iluminan a partir de otras más próximas o simples.

Unidad 7.5: EXAGERACIONES

En nuestras tierras desmesuradas, como dice García Márquez, la imaginación siempre va a la zaga de la realidad. Ríos sin orillas, tempestades de seis meses y niños que nacen con cola de chancho. Tal vez por ello, nuestro lenguaje ha ido perdiendo también las proporciones. Todo lo exageramos, todo se vuelve superlativo en nuestras bocas latinas y caribeñas. Los cubanos ganan medalla de oro en este deporte de la lengua: si un vecino se resbaló dos veces en la calle, se dirá que vive tirado en el piso.

Hay un tipo de personas, discretas y juiciosas, que no arriesgan una idea sin precaver todas sus posibles desviaciones: tal vez me equivoco, pero a veces ocurre, aunque no siempre, que a lo mejor… Los matices, como el culantro, son buenos pero no tanto. Con ese lenguaje escrupuloso, el significado, lo que se quiere decir, se va debilitando, incluso confundiendo, y al final, nos quedamos en una nube de gas.

El humor se nutre de las exageraciones del lenguaje. ¿Cómo nos hubieran hecho reír Cantinflas o Verdaguer o Don Evaristo Corral y Chancleta prohibidos de este recurso? Por ejemplo, si digo tengo muchísima hambre, esa frase no tiene gracia. Digámosla así: me comería una vaca con todo y cachos. En vez de tener mucho sueño, di que ya te duermes de pie. Si no tienes tiempo para nada, completa la frase: ¡ni para rascarme una oreja!

Ensayemos frases estridentes, desorbitadas, sacadas de quicio. Y que el lenguaje ponderado y puntilloso quede para abogados y toda la gama de tinterillos.

Unidad 7.6: REFRANES

Llegamos al cofre más conocido y codiciado de la sabiduría popular. Quien lo encuentra, quien lo abre y adorna su lenguaje con las joyas que guarda, dispondrá de un recurso brillante para hablar bonito y convencer facilito. Más vale un refrán que cien razones, dice el refranero sobre sí mismo. Y es cierto. Si usted quiere zanjar una discusión, encaje el refrán apropiado en el momento apropiado. Y sanseacabó. Si usted quiere hacer callar al que está hablando indiscreciones, dígaselo así: recuerda que en boca cerrada no entran moscas. Tal sentencia resultará más persuasiva que cualquier otra indicación o regaño.

Una gran mayoría de refranes, por su misma extracción popular, se construyen con imágenes y comparaciones bien concretas:

Advertencia al haragán:
camarón que se duerme se lo lleva la corriente

Advertencia al soberbio:
¡elévate, pollo, que mañana te guisan!

Advertencia al idealista:
más vale un toma que dos te daré

Los refranes concentran la sabiduría y la experiencia acumulada durante años y transmitida de padres a hijos y nietos. Pero también, a fuerza de un realismo desengañado, reflejan actitudes discriminatorias. Nos preocupan, fundamentalmente, tres: la de los hombres frente a las mujeres (la mejor mujer es la muda), la de los ricos frente a los pobres (unos nacen con estrella y otros estrellados), la de los blancos frente a otros colores de piel (blanco corriendo es atleta, negro corriendo es ladrón).

No invoquemos la simpatía de nuestro lenguaje para reforzar estos prejuicios sociales. Más bien, con un poco de astucia, podemos voltear los refranes humillantes o fatalistas y hacerlos jugar a nuestro favor. De tal palo tal astilla se emplea para censurar al hijo que es tan vago como su padre. Podemos suplantar esta idea y decir de tal macho tal machito para cuestionar el desinterés de los varones —también de imitación paterna— en las tareas domésticas.

Podemos cambiar un refrán y también inventarlo. No es tan difícil como parece, una vez descubierta la bisagra, su estructura doble y contrastada. ¿Qué quieres decir? ¿Que un locutor debe ser alegre para conservar su puesto? Inventa un refrán: mejor reír ante el micrófono que llorar frente el director.

Práctica 19: ENCUENTRA EL REFRÁN

Los compañeros y compañeras se dividen en dos grupos, como en los concursos de televisión. Cada grupo tiene su representante, papeles y lapicero.

Quien conduce la dinámica dice un concepto abstracto, por ejemplo, al haragán le va mal.

Gana un punto el primer grupo que entregue el papel con un refrán correspondiente. En este caso, podría ser camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. Gana el grupo con más puntos.

Unidad 7.7: NARRACIONES

¿Quieres parar de inmediato las orejas del público? Comienza así tu programa: ¿No se han enterado aún de lo que le pasó a María Emilia ayer cuando salió de su casa? Aunque nadie conozca a la tal María Emilia ni sepa dónde vive, todos estarán interesados en averiguarlo.

Así somos, ¿para qué negarlo? Nos atraen las vidas ajenas tanto como la nuestra. Nos gusta escuchar historias, aventuras, anécdotas, cosas que han pasado, reales o ficticias. Nos encanta oír cuentos (y vivir del cuento, si fuera posible). Nos cautivan las narraciones.

¿Cuál es la diferencia entre la forma narrativa y la discursiva? En la primera, relatamos hechos, acontecimientos, contamos lo que ocurrió. En la segunda, exponemos ideas. El narrador pasa de un hecho a otro, encadena sucesos concretos. El orador, de una idea a otra, analizando y sintetizando conceptos. La narración va hacia delante, avanza con el tiempo, es cronológica. El discurso va hacia abajo, buscando profundidad, es lógico.

No hay que hablar mal del discurso. Hay un tiempo para ambas formas, la narrativa y la expositiva. Pero en la competencia entre estas dos maneras de expresarse, la primera gana. Un mal relato aventaja a una buena ponencia.

En cuestiones de memoria, pasa otro tanto: las narraciones se recuerdan más fácilmente, porque ocupan palabras materiales, porque dan cuenta de la vida. Las nociones y definiciones, las argumentaciones y teorizaciones, por más importantes que sean, se suelen disolver en la mente como pompas de jabón.

Quien narra, gana. Quien sabe contar, tiene a su alrededor un montón de oyentes ávidos, esté con un grupo de amigos o en una cabina de radio.

Práctica 20: UN CUENTO COLECTIVO

Quien conduce la dinámica comienza el cuento. Por ejemplo: La noche estaba oscura, completamente oscura, cuando se escucharon aquellos golpes en la puerta…

Cada participante tiene que continuar la historia, añadiendo nuevos elementos. Entre todos y todas irán armando una narración que puede resultar tan colorida como absurda. No importa. Nos estamos ejercitando en narración.

Unidad 7.8: PREGUNTAS, ADMIRACIONES Y ÓRDENES

En la escuela, estudiamos cuatro formas básicas de expresión: las frases enunciativas (Miguelina come mangos, Miguelina no come mangos), las frases interrogativas (¿Miguelina come mangos?), las admirativas (¡Miguelina come mangos!) y, por último, las llamadas apelativas o de mandato (Come mangos, Miguelina). Todas las frases tienen las mismas palabras con diferentes significados de acuerdo a la entonación particular de cada una. Para leerlas correctamente, nos ayudamos de los signos de puntuación.

En la vida diaria, entremezclamos sin ningún esfuerzo estas cuatro formas expresivas, tal vez porque responden a otras tantas actitudes frecuentes en la conversación: la información, la curiosidad, el asombro y la autoridad. A la hora de escribir, sin embargo, o cuando estamos detrás de un micrófono, se nos olvidan tres y nos quedamos únicamente emitiendo frases enunciativas. Todo lo afirmamos o negamos nosotros. ¿Y el oyente? ¿Y la oyente? Bien, gracias.

Precisamente por ser un medio ciego, en la radio resultan de gran utilidad estas formas de comunicación descuidadas. Veamos para qué nos sirve cada una:

-Las interrogativas interpelan al oyente, lo enganchan, lo hacen participar a través de su respuesta mental. Note el dinamismo de este párrafo que incluye un par de preguntas simples:

Los dos están metidos en un tremendo lío. Se quieren muchísimo, se han jurado amor eterno… ¿Existirá ese tipo de amor?… Bueno, el asunto es que él le pide a ella “la prueba del amor”. ¿Debe dársela? ¿Usted lo haría?… ¡Ah, él tiene 23 años y ella acaba de cumplir los 15!

-Las admirativas sirven para resaltar algo, para elevar la temperatura de la charla, a veces para satirizar. Atraen la atención, recuperan a los distraídos, subrayan el sentido de la frase:

El chofer, después del accidente del bus, se dio a la fuga… ¡él, y sobre todo la empresa que contrata tales irresponsables debe ser enjuiciada!

-Las apelativas o imperativas resérvelas para esos momentos de acusación a las autoridades incumplidas, para denunciar la violación de los derechos humanos, para señalar a los sinvergüenzas con el dedo fiscalizador de la radio:

A usted le corresponde, ingeniero Iturralde. Resuelva de una vez por todas esta tortura de los apagones de luz.

Como malabaristas jugueteando con varias bolas de colores, así también aprenderemos a alternar estas cuatro formas de dirigirnos al público. Imprimiremos distintos ritmos a las frases. Y haremos más coloquial la comunicación.

Unidad 7.9: FRASES INGENIOSAS

¿En qué supermercado se compra el ingenio? ¿En qué farmacia se inyecta? No lo sé. Pero si aprende a aullar quien con lobos anda, pienso que aprenderá a hablar con gracia quien se junta con gente graciosa. Resignémonos: no nacimos genios. Está bien. Pero podemos alcanzar, con el tiempo y un ganchito, esa elocuencia de los pícaros, esa agudeza de los eternos conversadores, el don de la amenidad.

¿Qué es el ingenio? Decir con sal lo que otros dicen sin ella. Lo que le faltaba al insulso pretendiente de Roxana, deseosa de palabras adornadas. Y lo que le sobraba a Cyrano de Bergerac, su amor imposible, espadachín de brazos y lengua.

Los muros de nuestras ciudades son pizarrones donde los ingeniosos de todas las clases sociales escriben sus ocurrencias.

Me haré vegetariano
por el verde de tus ojos

Bienaventurados los borrachos
porque verán a Dios dos veces

Detrás de todo gran hombre
hay una mujer cansada

Intenté suicidarme…
¡y casi me mato!

Hágase pirata de citas célebres. Coleccione grafitis, dichos, frases humorísticas, con doble sentido, juegos de palabras, igual que aquél colecciona mariposas. Apúntelas en un cuadernito cuando va andando por la calle, al oírlas en una reunión, cuando las lee en un libro. Después, escribiendo un libreto o hablando ante el micrófono, estas frases responderán al llamado de la creatividad, acudirán a la memoria y embellecerán su lenguaje (¡y si no vienen, saque el cuadernito!).

Unidad 7.10: UN LENGUAJE INCLUSIVO

El lenguaje, ya sabemos, refleja los juicios y prejuicios de la sociedad. El idioma español, como el portugués y tantos otros, es insoportablemente sexista, es decir, emplea términos del género masculino para referirse tanto a varones como a mujeres.

—¡Exageraciones! —se suele escuchar con demasiada frecuencia en los talleres de capacitación radiofónica—. Cuando dices hombres ya estás incluyendo a las mujeres.

—¿Y por qué no lo hacemos al revés? Como la mayoría gana, y como las mujeres son mayoría en todos los países del mundo, de ahora en adelante cuando digamos mujeres incluimos a los hombres. ¿Están de acuerdo?

Y ves los ceños fruncidos de los varones, que han sido anestesiados por una cultura patriarcal, impuesta desde hace nueve o diez milenios, cuando se inventó la agricultura.

¿Cómo superar el lenguaje sexista? Últimamente, se ha puesto de moda el uso de la arroba: amig@s, niñ@s y bienvenid@s. Y también la equis: amigxs, niñxs, y bienvenidxs. El problema de estas grafías @ y x, que buscan dar un tratamiento igualitario a mujeres y hombres, es que son impronunciables. A locutoras y locutores no les sirve de mucho.

Veamos, entonces, algunas sugerencias concretas para democratizar nuestro lenguaje y hacerlo inclusivo.

EXPLICITAR EL DOBLE SUJETO DE UNA ACCIÓN:

Generalmente, solemos decir:

Los ciudadanos tienen derecho a votar.

Lo correcto es:

Las ciudadanas y los ciudadanos tienen derecho a votar.

Algunos colegas, en un afán más propio del telégrafo que de la buena comunicación, ahorran sustantivos y dejan los artículos descoyuntados:

Las y los ciudadanos tienen derecho a votar.

Esta alternativa es la peor. Además de sonar horrible, no consigue el objetivo de dar visibilidad a ambos géneros. Gasta una gota más de saliva, que nada te cuesta, y deja cada artículo con su sujeto. O con su sujeta.

BUSCAR SUJETOS QUE ABARQUEN A AMBOS GÉNEROS:

Podemos decir personas para referirnos a mujeres y a hombres. En el ejemplo anterior, podríamos perfectamente haber dicho:

Las personas tienen derecho a votar.

También podemos hablar de la juventud englobando a jóvenes de ambos sexos. O de clase trabajadora para abarcar a obreras y obreros.

FEMINIZAR LAS PALABRAS SECUESTRADAS POR LOS HOMBRES:

Como las mujeres fueron excluidas de las universidades, no había médicas ni abogadas. Como el juramento de una mujer no tenía valor en los juicios, no existían testigas. Y como los poderes públicos estaban controlados por los señores, tampoco se podían encontrar juezas, ministras o presidentas.

El empoderamiento femenino ha dado ya buenos resultados. A nadie le extraña saludar a una ingeniera o pedir cita con una concejala. Llegará el día cuando saludemos a la sacerdota del barrio o le pidamos la bendición a una papisa en Roma.

EQUILIBRAR LOS EJEMPLOS CON QUE HABLAMOS:

Supongamos este párrafo:

Un buen reportero confirma los datos. Un buen periodista recurre a la otra versión. Y un buen locutor no exagera la noticia.

Para equilibrar la balanza, podemos decir:

Un buen reportero confirma los datos. Una buena periodista recurre a la otra versión. Y un buen locutor no exagera la noticia.

O si preferimos, reportera, periodista y locutora. En cualquier caso, se gana por ética y por
estética.

EVITAR LOS SALTOS SEMÁNTICOS:

Dichos saltos consisten en poner a los varones como protagonistas de los hechos y a las mujeres en calidad de acompañantes. Como subordinadas.

Asistieron muchísimos aficionados y también muchas mujeres.

¿Las mujeres no son también hinchas deportivas? Lo correcto es decir:

Asistieron muchísimos aficionados y aficionadas.

Fíjese ahora en este salto, que va con pértiga:

Todo el pueblo bajó hacia el río. Se quedaron solamente las mujeres y los niños.

¿Cómo? ¿Las mujeres no forman parte del pueblo? ¿Qué son, floreros? Y de paso, ¿dónde quedaron las niñas?

EVITAR COMPARACIONES ODIOSAS:

Como el referente de la valentía es el varón, la mujer que quiera conquistar esa virtud tendrá que disfrazarse del otro sexo.

Esa mujer tiene bien puestos los pantalones.

El refranero está repleto de estas frases discriminatorias. También el cancionero y el romancero y el noticiero.

Las sugerencias indicadas no buscan esclavizar el lenguaje, sino liberarlo. Cometeríamos un error si, por la conocida ley del péndulo, entramos ahora en una psicosis y comenzamos a desdoblar todos los sujetos gramaticales, metiendo vocablos femeninos por activa, pasiva y perifrástica. No, nada de eso. Se trata de dar visibilidad lingüística a la mitad de la población. Con un poco de conciencia y de paciencia lo lograremos.

Práctica 21: ¿ERES SEXISTA LINGÜÍSTICO?

Revisa tu forma de hablar, en cabina y fuera de cabina. Revisa tu forma de escribir para la radio y para cualquier ocasión. ¿Tienes un lenguaje siempre masculino? ¿Cómo puedes ir incorporando las sugerencias mencionadas para ir logrando un lenguaje más inclusivo?

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Capítulo 7: Un lenguaje bonito

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7 comentarios sobre «Capítulo 7: Un lenguaje bonito»

  1. el lenguaje y la forma en que decimos las cosas frenre a un microfono son fundamentales para crear en nuestra audiencia de alguna forma respeto y ademas claridad en lo que se quiere decir, buscar palabras adecuadas sin rebuscarla dejar quen estas surjan de lo cotidiano de lo normal sin salirnos del tema son argumentos para que la audiencia nos siga escuchando, los refranes, las narraciones las formas de expresarnos sini tenemos que memorisarlas por lo menos si analizarlas antes de emitoir aklgun mensaje a la audiencia.

  2. Hey una observación: en Venezuela le decimos «chamos» y en Clombia «pelaos».
    Con respecto al contenido del capítulo, creo que debemos tener cuidado de no usar excesivamente los refranes. Un profesor de la universidad me dijo una vez que no es recomendable ya que puede sonar rebuscado si los usamos en exceso.

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