Obsolescencia programada, basura electrónica y su impacto ambiental

El último informe elaborado por más de 234 científicas y expertos de 66 países para Naciones Unidas es demoledor: “el cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando”. Existen evidencias contundentes de que “la influencia humana ha calentado el clima”. Hasta los negacionistas se quedan sin argumentos ante las alertas que el mismo planeta nos envía: sequías, incendios, inundaciones… El llamado de la ONU es desesperado: “el tiempo se acaba, debemos actuar de inmediato”.

Desde las radios podemos hacer mucho: promover campañas de cuidado del medio ambiente, debatir con las autoridades sobre medidas concretas y darle seguimiento para comprobar que se cumplen, sumarnos a los movimientos globales de protesta… Y también desde la tecnología: ¿es necesario cambiar de celular cada año? ¿podemos rehusar computadoras viejas para tareas sencillas? Aquí les dejamos algunas pistas.


Una de las prácticas disruptivas que pueden impulsar las radios comunitarias en materia de hardware, es mitigar el impacto ambiental que provoca el consumo excesivo de dispositivos electrónicos. Este ciclo de consumo se sostiene sobre dos estrategias complementarias: la obsolescencia programada y la obsolescencia percibida.

La obsolescencia programada es el mecanismo a través del cual se establece de antemano la vida útil de un producto durante la etapa de diseño. Esto se puede hacer de varias maneras: utilizando materiales de baja calidad, a través del software, discontinuando la producción de repuestos, anulando la posibilidad de reparación, etc. El objetivo de esta práctica es acelerar y afianzar el ciclo infinito de comprar, usar y tirar.

Un ejemplo emblemático es el de la bombilla eléctrica. El francés Adolphe Chailet creó en 1901 una lámpara incandescente que se encuentra prendida de manera ininterrumpida hasta el día de hoy. Por eso se ganó el apodo de “bombilla centenaria”. Sin embargo, el modelo de foco que Thomas Edison patentó en 1878 y que aún se usa, tenía una vida útil de 2500 horas que, intencionadamente, se fueron reduciendo hasta menos de la mitad.

La obsolescencia programada se refuerza a través de la obsolescencia percibida que consiste en lanzar al mercado nuevos productos con pequeños cambios de diseño. Así se genera la sensación de que un producto está obsoleto y debe ser renovado, a pesar de estar en perfecto estado. Falsa innovación para acelerar el consumo. Los casos más evidentes son las temporadas de la industria de la moda o los permanentes cambios de modelo en los teléfonos celulares o automóviles. La obsolescencia percibida se apoya en efectivas campañas publicitarias que asocian valores identitarios al consumo. Por ejemplo, las personas que se sienten parte de una élite cool por tener el último iPhone de Apple o calzarse unas zapatillas de una determinada marca.

El paso a una economía posindustrial, conocida como capitalismo digital, no significó la disminución del extractivismo, por el contrario, lo profundizó. La cantidad de minerales y metales necesarios para abastecer la elaboración de dispositivos electrónicos, cada vez más demandados, está sumiendo a los países pro-veedores de estas materias primas en guerras, pobreza, trabajo esclavo, desastres ambientales y violaciones a los derechos humanos de todo tipo. El coltan, el tungsteno, el oro o la casiterita, forman parte de los denominados “recursos de conflicto”. En la República Democrática del Congo:

Grupos armados, a veces en cooperación con intereses de actores externos o de países vecinos, extraen y explotan estos recursos. En última instancia, llegan al mercado internacional y se utilizan para financiar armas y actividades ilegales en lugar de contribuir al desarrollo de la RDC y a la mejora de sus condiciones de vida.

Si bien la presión internacional ha empujado a las grandes tecnológicas a ser más transparentes en su cadena de suministros para asegurar que los recursos que utilizan tengan orígenes éticos, no todas ellas lo cumplen. Evidentemente, con condiciones laborales dignas en todas las etapas de producción, este modelo de renovación continua a precios mínimos no sería factible. Existen iniciativas como Fairphone, una empresa de los Países Bajos que busca producir teléfonos celulares sustentables reduciendo el im-pacto negativo sobre las personas y el ambiente. Sin embargo, es un teléfono de unos 500 $USD, inalcanzable para la mayoría de personas. Estas son las contradicciones del sistema.

La industria del hardware provoca impactos ambientales profundos, no sólo en la etapa de extracción de recursos naturales para su producción, sino también al final de su ciclo: el descarte. Según Naciones Unidas, en el año 2016, se desecharon 435.000 toneladas de teléfonos inteligentes y, en 2018, se produjeron 50 millones de toneladas de residuos electrónicos. Esta enorme cantidad de basura electrónica, y su gestión deficiente, pone en riesgo la salud y al medio ambiente. Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos no son biodegradables y tienen compuestos tóxicos como el plomo, el cadmio y el mercurio, que contaminan suelos, aguas y alimentos.

Aunque como consumidores existe muy poco margen para generar cambios estructurales, con algunas pequeñas acciones es posible alertar sobre este problema y reducir la generación de basura. También las radios comunitarias pueden aportar en este sentido.

  • Una forma sencilla es alargando la vida útil de los dispositivos que ya tenemos: cuidándolos, manteniéndolos actualizados y libres de virus, usando software libre, reparándolos, etc.
  • A la hora de descartarlos es importante no acumular las computadoras viejas en una esquina de la radio o tirarlas al contenedor de la basura común. Muchas ciudades tienen puntos verdes que recolectan aparatos electrónicos para su correcto procesamiento. Lo ideal sería que los reciclaran, ya que se pueden obtener minerales y metales valiosos de las placas, pero no siempre ocurre.

Por eso, lo más importante es reducir el consumo.

Este texto es parte del libro Politizar la tecnología. Lo puedes descargar completo en pdf en este enlace.

 

Obsolescencia programada, basura electrónica y su impacto ambiental

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