¡Falso! Toda creación es colectiva.
Quienes defienden el derecho autoral a ultranza argumentan que el “autor” o la “autora” son aquellos que plasman una idea en una obra original. Y subrayan lo de original.
En cambio, quienes creemos que la cultura y el conocimiento deben ser libres y abiertos, argumentamos que todas las creaciones intelectuales son colectivas. ¿Por qué?
Nadie nace con su cerebro lleno de ideas y conocimientos. Los adquiere mientras crece en la familia, en la escuela o en la calle. Somos un fruto cognitivo de la cultura y la sociedad que nos rodea, de esos bienes comunes del conocimiento.
Por eso, cualquier creación no es sólo de quien escribe un libro o compone una canción. Esa obra también pertenece a quienes de alguna manera han contribuido con la formación e inspiración de la escritora o del compositor.
Este es uno de los motivos por los cuales el derecho autoral nace con fecha de caducidad. Por ejemplo, el derecho a la propiedad de una casa nunca prescribe y siempre será de la persona que la compró y de sus herederos. En cambio, los derechos que permiten lucrar a las autoras y creadores terminan después de unos años y esa obra pasa a dominio público.
En primer lugar, porque la sociedad entiende que por encima del derecho al lucro está el derecho que tiene la sociedad de acceder a la cultura y al conocimiento. Pero también, porque esa misma sociedad ha entendido que esa obra fue creada, en gran medida, gracias a una inteligencia colectiva que enseñó y nutrió a quien la recreó y, por lo tanto, a esa misma colectividad debe regresar.
En la antigüedad no había ninguna duda al respecto y la etimología de la palabra autor lo demuestra. Autor proviene del término latino auctor que significa promotor o impulsor y deriva del verbo augere cuyo significado es “agrandar, aumentar, hacer mayor”. Los autores y autoras no son entonces quienes crean algo original, sino quienes toman algo que ya existe, le dan su estilo, lo mejoran o lo personalizan.1
No hay creaciones originales. Todas, en mayor o menor medida, son aumentos o mejoras de algo que existía anteriormente y que se ha ido creado de forma colectiva con aportes de muchas y muchos.
NOTAS
1 La definición fue tomada del Diccionario etimológico de la lengua castellana, escrito por Pedro Felipe Monlau en 1856.
El pensamiento humano como sistema abierto de información se nutre en la inteligencia colectiva, de las situaciones socio-politico-economicas-culturales de un momento particular, de las necesidades, vivencias, y demás hechos colectivos que de una forma u otra influyen en una obra literaria o en cualquier investigación científica, medica o de cualquier naturaleza.
Unos son capaces de generar productos que ensamblan ese conocimiento en obras literarias otros son consumidores de las mismas. En el centro de quien crea y quien consume el que reproduce y comercializa a gran escala, de estos centros nacen los puntos ciegos de los derechos individuales y colectivos, gracias a ellos las obras llegan a nuestras manos, por responsabilidad de ellos muchas obras maravillosas quedan en el olvido por no ser comerciales… Nosotros en el centro, obligados como consumidores a exigir mas y mejor cultura libre